Diario de la investigación

Juan José Estrada frente al acueducto romano de Zaorejas.


Viernes, 15 de noviembre de 2019

El 14 de noviembre de 2019 se presentó en una conferencia en el Palacio del Infantado el Boletín n.º 9 de la Asociación y Amigos del Museo de Guadalajara, que incluye el artículo Estelas discoidales de Guadalajara: Dos estelas de Huertapelayo, escrito por Koldo Colomo Castro y Marta Embid Ruiz, donde se indica que dos estelas medievales halladas en Huertapelayo son de ámbito fúnebre. En huerta-pelayo.blogspot realizamos nuestro análisis sobre este tema:


Vemos precipitado encasillar estas dos piezas en unas funciones tan limitadas. Según se ve la cruz del pórtico, es poco probable que se colocase a posteriori, extraída de una estela funeraria o de una primitiva puerta de un cementerio (hoy en día inexistente) y posteriormente dispuesta sobre él. Ve más probable que esa pieza esté en su posición original, ya que se sitúa como clave o sobre la clave del arco de ese antiguo pórtico y resultaría arriesgado incrustar en ese lugar una estela a posteriori, a riesgo del desplome la estructura. También apuntamos a que numerosas iglesias muestran una cruz en la cúspide del arco de su pórtico, tal y como se ve también en la actual parroquia de Pelayo.

Respecto a la otra estela discoidal presente en la misma fachada, apuntamos a que es más probable de que se trate de una cruz de la consagración a que sea otra estela funeraria incorporada tiempo después. La gente de relevancia como alcaldes, sacerdotes, o con cierto nivel económico, decidía enterrarse dentro de las iglesias, bajo el suelo y bajo losa, mientras que la gente menos pudiente se inhumaba en el exterior en torno al templo, debajo de la tierra y con señales más económicas como cruces de madera o metal, más maleable y sencillo que tallar sobre piedra. Cabe destacar que todas las partes colindantes a la antigua iglesia están en pendiente, por lo que es muy posible que de haber existido un pequeño cementerio en torno a ella, pronto hubiese colapsado y, además, la "estela" de la fachada hubiese servido para consagrar el pequeño cementerio que se desarrollase en torno a ella. Recordamos que también hay vestigios de que el cementerio primitivo se encontraba donde hoy se asienta la actual iglesia, por lo que se pudo utilizar como necrópolis entre los siglos XIV (cuando se teoriza con la fundación de Huertapelayo) hasta el siglo XIX (ya que el santuario fue construido en el siglo XVIII, pero no fue hasta el siglo XIX con el reinado de José Bonaparte que se prohibieron las inhumaciones dentro de los templos y se construyó el actual camposanto). No se considera que toda la bibliografía adjunta al artículo sea motivo suficiente para aseverar que este hecho es como se expone en el boletín, ya que no dispone de análisis y se basa en documentos que pueden resultar similares al objeto de estudio, pero que en realidad no se sabe si se corresponde con éstos.


Martes, 22 de octubre de 2019

Huerta-pelayo.blogspot comienza a editar el artículo de Wikipedia sobre Huertapelayo para darle mayor visibilidad y difundir toda la cultura y conocimiento que se tiene sobre el lugar, ya que se encontraba en un estado un tanto indigno.

Les ofrecemos la imagen de cómo era el estado de la página, mientras que también pueden consultar el enlace de cómo se encuentra ahora mismo:



Martes, 1 de octubre de 2019

Se consigue rescatar el artículo donde se hace crónica de la famosa cena de pelayos en New York durante la Nochebuena en la década de 1920, de la cual se escribió una canción. A continuación la transcripción del artículo extraído del diario ABC en su edición del día 23/12/1966 en la página 53, escrito por J. Gil Montero; y la grabación de la copla, escrita por Manuel Penella y Antonio Álvarez, e interpretada por Concha Piquer.


Si siempre es impresionante y conmovedora la Nochebuena celebrada lejos del hogar y de la patria, difícilmente podrá superarse en emoción la que celebró allá por los años veinte, en Nueva York, el vecindario casi íntegro de un pueblo alcarreño, presidido por su alcalde. Eran sesenta y ocho cabezas de familia de Huertapelayo, pueblo de la provincia de Guadalajara, de terreno quebrado, escasa fertilidad, difícil cultivo y pequeña producción, apenas compensada por el beneficio de los montes de pino, sabina, enebro y chaparro para extraer pequeñas cantidades de resina, aguarrás, pez, incienso y, naturalmente, madera. Por esto, desde hace bastantes años, los "pelayos", como se les llama en aquella región, han estado en Francia, en Alemania, Cuba, Canadá y Australia en busca de trabajo. 

Recién terminada la primera guerra mundial, la llamada "Gran Guerra",animados por la suerte de un vecino que se había aventurado a emigrar y volvió con algún dinero, marcharon uno tas otro a los Estados Unidos, quedando solamente en el pueblo los vecinos más ancianos, el cura y el maestro. Trabajando en los pinares americanos conocieron y experimentaron nuevas prácticas en la industria resinera y en la pica de pinos, que antes sangraban en su pueblo por un viejo y deficiente sistema ya superado, y decidieron implantar aquéllas cuando regresaran a España. 

El día de Nochebuena se reunieron a cenar los sesenta y ocho en la casa de huéspedes de uno de ellos, en Nueva York. Velada llena de evocaciones y recuerdos entrañables de los días que en su pueblo lejano celebraban con el mayor fervor. Sobre todo de aquella Misa del gallo a la que acudían con sus grandes capas de paño pardo ellos y con mantilla ellas, y en la que tocaban guitarras, bandurrias y otros instrumentos en el momento de alzar. 

El eco de aquel festín dio vida a un cuplé
La solidaridad en el recuerdo, la nostalgia común, la evocación compartida de mil cosas amables y detalles y recuerdos conmovedores fueron motivo de alegría y de felicidad. De lo más hondo del corazón sacaba cada uno el villancico o la jota que más le había impresionado en su pueblo. Muchas veces la voz se quebraba en un invencible sollozo y las lágrimas humedecían los ojos. Pero pronto surgía frente a la anécdota conmovedora el chiste chispeante, ocasional, que devolvía la serenidad a los más conmovidos. Se recordaron jotas que en la Misa del gallos cantaban durante la Adoración, y los emocionados villancicos con que en la iglesia lejana de su pueblo celebraban el nacimiento del Niño Jesús y desfilaban conmovidos para adorarle. Saborearon como nunca la limonada hecha con vino difícilmente logrado en aquellos años de la ley seca y brindaron emocionados por España y por Huertapelayo. La magnitud de la ciudad superpoblada no fue obstáculo para que se difundiera tan bello episodio. El eco de aquel festín repercutió en oídos españoles y dio vida a un cuplé de Antonio Álvarez y el maestro Penella, tantas veces cantado por Conchita Piquer, "y fue el fin de aquella cena la Nochebuena más buena que soñar pudo un español", como dice el mismo cuplé. 

Repatriación y nueva vida 
La crisis de los años treinta les decidió a repatriarse con dinero y con iniciativas.Ya en su tierra alcarreña volvieron al trabajo de sus pinares y a sus operaciones de resinación, depuradas y perfeccionadas con la técnica aprendida y los detalles practicados en el trabajo de los pinares americanos. Bien vestidos, lucían sus trajes especialmente en la fiesta local, contrastando con el calzón corto, la pañoleta y la anguarina que aún conservaban en su atuendo los ancianos. Sostenían un nivel de vida más alto; les gustaba hablar entre ellos inglés; repetían con frecuencia frases del idioma aprendido y muchas veces, recordando los días en que recibían en inglés órdenes e instrucciones para su trabajo, las daban en inglés también ellos en las pequeñas fábricas que montaron y hasta designaban con palabras inglesas algunos detalles de la actividad resinera. 

Ampliaron sus antiguas actividades de corte y aserrado de maderas para extraer miera y preparar resina, trementina, incienso, aceite de enebro y barnices, no sólo en Huertapelayo, sino también en algunos pueblos cercanos, mejorando la producción de los pinares y exportándola en toneles a Barcelona, Valencia y otros puntos. 

El pueblo ha seguido decreciendo, sin embargo, en estos últimos años. Los 288 habitantes a que había quedado reducido en 1940 se redujeron hasta hoy a unos 170. Pero rara vez falta en las cenas de Nochebuena de los "pelayos" la evocación emocionada de aquella inolvidable de Nueva York cuando entre suspiros de España "en la reunión toda de españoles entre vivas y entre oles por España se brindó". 

"En tierra extraña", interpretada por Concha Piquer


Lunes, 10 de junio de 2019

Se recibe de parte del Departamento de Historia de la UAH (Joaquín Gómez-Pantoja e Ignacio Triguero) la imagen digital 3D de la Piedra Escrita.



Se extrae el texto que es visible:
Licinius / Matern(us) (...) / ucu crat(...) / XXXII(...) 
Consideran más probable que Liscinius Maternus fuese quien ordenase construir la lápida dedicada a alguien (un/a familiar o amigo/a) que falleció a la edad de 32 años. Faltan unos 15-20 cm de la lápida por la parte derecha y algunos centímetros inciertos por la parte inferior.


Domingo, 26 de mayo de 2019

Se encuentra un fragmento en la Colección de documentos, opúsculos y antigüedades, Tomo XLVII, que publica La Real Academia de la Historia, donde se menciona que cerca de las inmediaciones de Huertapelayo existió un monasterio templario. También se resalta el importante valor artístico que alberga su iglesia. 




Miércoles, 25 de julio de 2018

En el Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara n.º 6 del año 2015, se cataloga una pieza de alfarería del pueblo de Anguita en la cual se representa a una pelaya.

Resultado de imagen de pelaya anguita botijo


Domingo, 22 de julio de 2018

Se crea una base de datos con las coordenadas del 80% de las ruinas que pueden resultar de interés arqueológico.


Viernes, 20 de julio de 2018

Nueva reunión con el equipo del Departamento de Historia de la UAH donde se muestra la digitalización de la Piedra Escrita, aunque aún sin poder ser descifrada del todo. Se estima que a ésta le faltarían unos 10 cm de su parte derecha y se destaca el blasón que hay sobre ella, el cual marcaría el eje central de la pieza y además destaca a que no es muy parecido al resto de estelas funerarias romanas encontradas en Guadalajara, aunque sí podría ser más similar a las halladas en Segóbriga y el resto de la provincia de Cuenca. 

Después de jornadas de reflexión, comienza a replantearse si el origen del Acueducto de Zaorejas es realmente romano o si realmente era un acueducto, debido a que existe una gran cantidad de interrogantes si de una infraestructura así se tratase.


Miércoles, 18 de julio de 2018

Durante una exhaustiva observación del territorio, se descubren dos nuevos emplazamientos de ruinas antiguas a los que se les llama La Atalayuela y Las Placetuelas. Llama la atención la primera, porque no existía ningún tipo de documentación bibliográfica sobre ella y nadie - que se sepa - había documentado mediante el "boca a boca" la existencia de estas ruinas. Las segundas sí se habían recogido bibliográficamente pero no se había conseguido registrar su ubicación geográfica. 

Respecto al resto de las Ruinas de las Villas, se pudieron localizar las que faltaban por investigarse (Villar de la Quente y Villar de Enebra) y se lograron cercar las dimensiones aproximadas de Los Casaricios, Villasecos y sobretodo de Villagrande, que en este trabajo de observación, se documenta que es más extenso de lo que se había comprobado en un primer momento.


Sábado, 16 de junio de 2018

Se logra ubicar geográficamente Hoya Marquesa, un lugar donde se encontró un yacimiento arqueológico similar a la Piedra Escrita de Huertapelayo.


Viernes, 15 de junio de 2018

Dos miembros del Departamento de Historia de la UAH (Joaquín Gómez-Pantoja e Ignacio Triguero) y Juan José Estrada Martínez se desplazan en un primer lugar al Acueducto Romano de Zaorejas. En primer lugar, se observa de que lado a que lado podría ir la corriente de agua que transita sobre él, sin ningún resultado concluyente. Se analiza la argamasa que se encuentra más alejada del arco, viendo que el acueducto ha ido sufriendo diversas reparaciones a lo largo del tiempo y que el material periférico es totalmente diferente al material central del arco. También llaman la atención unos vanos que se sitúan en los salmeres que son perpendiculares en la cara sur con la parte interior del arco. No se detecta ningún canal por donde pudiese ir el agua posteriormente a esta estructura. 

Durante el mediodía, el grupo se adentra en el bosque para llegar a las ruinas de Los Casaricios, donde el Departamento de Historia realiza una valoración bastante positiva de las ruinas, intuyendo que podría tratarse de una construcción de la Edad de Hierro bastante robusta, pareciendo a primera vista una aldea celtíbera fortificada. 

Posteriormente, se muestra dónde estaba situada originalmente la Piedra Escrita y se les explica el origen de Huertapelayo, su Portillo y otros detalles. Después, se realizó un calco y toma fotográfica y de medidas de la Piedra Escrita, para analizarla mediante programas de ordenador y en la Universidad. 

Durante la tarde, se realiza una guía por el pueblo y el Departamento de Historia se interesa por las cuevas de las paredes rocosas que rodean Huertapelayo. Se intenta acceder a las de la Piedra de los Covachos, sin obtener resultado, ya que las lluvias de este año han hecho que creciese mucho la maleza y obstaculizaban el acceso. Sin embargo, se logró acceder a los abrigos que se encuentran en el Picayo, pero sin lograr un resultado concluyente en la observación.


Martes, 12 de junio de 2018

Primera entrevista de Juan José Estrada Martínez con el Departamento de Historia de la Universidad de Alcalá de Henares. Se les explicó la situación arqueológica en la que se encuentra Huertapelayo y sus alrededores (Zaorejas, Armallones y Huertahernando). Debido al interés que suscitaban el Acueducto de Zaorejas y la Piedra Escrita de Huertapelayo, se decide ir a investigar directamente sobre éstos. 


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