Edad Media cristiana



En el año 1136 el rey Alfonso VII el Noble conquista de nuevo el territorio y lo repuebla, pasando a ser de la Corona de Castilla. Es entonces cuando la Orden del Císter envía a unos canónigos regulares de San Agustín desde Francia hasta el Alto Tajo en el año 1137. 

Al año siguiente, don Manrique de Lara, se convierte en el primer Señor de Molina de los Caballeros, del cual descendería el autor Jorge Manrique, autor de la obra célebre Coplas a la muerte de su padre. 

Es en el 1152 cuando finalmente se funda el Señorío de Molina y sus alrededores por el propio Manrique de Lara. 

Años después, en el 1188 los reyes Alfonso VIII y Leonor autorizan la construcción de un monasterio en el Campillo de Zaorejas para la acogida de más monjes de San Agustín, pero no se llega a realizar.


LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN

Los canónigos regulares de San Agustín tienen, ante todo, una misión defensiva, ya que la línea del Tajo, en la parte alta de la provincia de Guadalajara, es aún fuertemente atacada por los musulmanes y esta misión defensiva dura alrededor de unos setenta años.
Son clérigos cuyo estilo de vida es en comunidad y se rige por la Regla de San Agustín. Emiten los tres votos - pobreza, obediencia y castidad -, cantan cada día el Oficio Divino, predicaban, daban hospitalidad, administraban y enseñaban los sacramentos, cuidaban de los enfermos y podían recibir dispensas papales para adquirir beneficios seculares salvo obispados y altas prelaturas. Su cargo es un término medio entre los monjes y los clérigos seculares debido a que para ellos la cleritura es primordial. 

Tienen su origen en el Concilio de Aquisgrán sugerido por Carlomagno en el año 789 en el que se acordó que todos los clérigos fuesen monjes o canónigos que llevasen una vida en comunidad. Se basó en la regla que San Agustín aplicó al clero de su diócesis para seguir las indicaciones de los apóstoles, pero en la Península ya era sabido de la vida en comunidad como se recoge en el IV Concilio de Toledo del año 633, presidido por San Isidoro. Aunque fue la congregación realmente canonical la de San Rufo, fundada en Aviñón en el año 1039, la que posteriormente se expandió por España debido a que San Olegario fue abad de dicha Congregación e hizo filtrar la reforma rufoniana con facilidad, pero todavía no eran llamados “canónigos regulares de San Agustín". 

Es en el Señorío de Molina donde los canónigos regulares van a tener gran protagonismo, ya que se asentaron al poco de ser conquistada por Castilla, siendo Alfonso VII el que se ocupe de asentarlos en la cabecera del río Tajo, instalándose en Alcallech (Aragoncillo), Grudes (Prados Redondos) y Buenafuente (Olmeda de Cobeta), estando las dos primeras bajo jurisdicción de la tercera. 

Cuando rey Alfonso I el Batallador conquista la Taifa de Molina de Azzun ibn Galbun, se fundan en el nuevo territorio varios monasterios que eran ejercicio de defensa y avanzada contra los árabes, entre ellos los monasterios anteriormente mencionados, que fueron habitados por los canónigos regulares de San Agustín que vinieron del Monasterio del Bosco Bertaldi de la diócesis de Saintes de Francia en el año 1137, colocándolos en lugares donde el rey Alfonso VII y el Señor de Molina, don Manrique de Lara, necesitaban a gente de total confianza. Estos monjes se asientan en Alcallech, pero entre los años 1188 y 1193 se trasladan a Buenafuente. Su papel en la zona fue de carácter cruzado, es decir, como una orden militar religiosa para combatir a los musulmanes. Posteriormente se encargaron de administrar, asentar y repoblar el territorio. 

En el año 1177, mientras Alfonso VII de Castilla y su mujer doña Leonor asediaban Cuenca, hacen que la iglesia de Santa María de Alcallech caiga bajo su protección, inclusive sus canónigos, cotos y ganados. En el 1187, el Señor de Molina, don Pedro Gómez, y su mujer, doña Margarita, realizan donaciones a los monasterios de Alcallech y Grudes para que se funde otro más, y es en el año 1188 cuando los mismos reyes dan licencia para que el prior de Alcallech compren en el término de Cuenca el lugar del Campillo de Zaorejas con el fin de asentar un monasterio consagrado a Santa María, pero esto nunca se lleva a cabo. 

El 30 de abril de 1218 el rey Fernando III de Castilla acoge bajo su protección al Monasterio de Santa María de Buenafuente y de Alcallech, incluyendo a sus canónigos y todas sus heredades. 

Estos canónigos regresaron algo antes de 1234 a Bosco Bertaldi al finalizar la cesión que el prior de allí le concedió al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.

Las monjas cistercienses de Casbas (Huesca) se establecen ya en la zona hacia el año 1246 y ejercen una gran influencia en cuanto al asiento pacífico de sus moradores, con lo que el territorio, hasta entonces semidesértico, se repuebla de nuevo. 

A partir de aquí, la historia del territorio de Huertapelayo y sus pobladores es la misma.

Imagen relacionada
Monasterio cisterciense de la Buena Fuente del Sistal


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